Te miré... tristemente
-como diría Cerati-.
Me devolviste la mirada.
Levanté el brazo y apoyé mi mano en la tuya.
Mis ojos fijos en tus ojos.
Tan parecidos nuestros actos,
tan parecidas nuestras formas...
y a la vez tan lejanos.
¿Algún día cambiarás....?,
te dije sin mucha fe.
Y ahí descubrí que estaba frente al espejo.
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