Templanza.
La templanza significa sobriedad. Es la virtud por la cual empezamos a darnos cuenta de cuáles son nuestras necesidades reales y que van, por tanto, alineadas a nuestro bienestar y desarrollo, y cuáles son imaginarias y producto de los deseos inagotables que nacen de las carencias que produce el ego y son por tanto perjudiciales. (...) La templanza es la virtud que permite dominar racionalmente los apetitos y moderar la atracción hacia los placeres sensibles y el uso de los bienes creados. La disposición natural al gozo puede hacer obrar desordenadamente al ser humano. Existe en él una rebelión de los diferentes egos contra el dominio del propio espíritu, contra el vivir consciente y el obrar adecuado. (...) La templanza no es el caudal, sino la madre del río que canaliza sus ímpetus y su velocidad y abre el paso preciso. Una pureza total significa relacionarse con las cosas y personas de una forma desprendida, serena y transparente, responder apropiadamente a los embates del propio ego. El sufrimiento revela que existe apego. El estado de serenidad es algo que acompaña siempre a la pureza.
Llega un momento en que la virtud de la templanza, que conserva y defiende el orden interior, no puede ocultarse, como no se oculta el alma, ni nada de lo que es la vida interior.
2 comentarios:
La última vez que vi a Jesús andaba muy fumado (yo, él, andaba sobre las aguas).
Se me quedó mirando fijamente y me dijo:
- ¿Por qué no crees en mí?
- Porque no existo.
La no existencia no es patrimonio exclusivo de los dioses.
Tal cual.
Yo quiero ir rumbo a la existencia.
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