28.8.12

Estaba leyendo una Carta De Alejandro Jodorowsky, donde un anciano le pregunta cuál es su finalidad en la vida.


"Comencé, por la angustia, a sudar durante la noche de tal modo que empapaba unas ocho camisetas. Esto me impedía dormir… Un amigo me dió la dirección de un médico en el barrio chino. Era un sabio que no sólo ejercía la medicina, sino también la música, la poesía y las artes marciales… Sus consultas eran gratuitas…

Me senté frente a él, me observó con sus ojos rasgados y, de pronto, me preguntó: “¿Cuál es su finalidad en la vida?… Me sorprendí. “No vengo a tener una conversación filosófica. Vengo a que usted me cure de esta incesante transpiración”
El anciano insistió: “Si usted no tiene una finalidad en la vida, no lo puedo curar”… Había tal claridad, tal bondad, tal desprendimiento en ese ser, que estuve a punto de llorar. Me oí responder: “Mi verdadera finalidad no es triunfar en el arte, sino en mí mismo: quiero llegar a crearme un alma, quiero obtener la conciencia suprema”…
“¿Para qué?”, me interrogó, sonriendo.
-Para trasmitirla. Nada para mí que no sea también para los otros."

Estaba pensando, igual de angustiada, en mi respuesta.
Y casi sin pensarlo, sin entender, "me oí responder": mi verdadera finalidad es transmitir armonía, paz y equilibrio. A través de mi vida, la escritura y el arte.

Quiero obtener mi propia paz para poder transmitirla.

Y me vengo a enterar por una carta de Jodorowsky...


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