"Rara felicidad de los tiempos en que se puede sentir lo que se quiere y decir lo que se siente" - Tácito
12.6.16
La vecina tiene un piano.
La vecina tiene un piano vertical.
La vecina, que es muy vertical, tiene un piano.
El piano vecino tiene una dueña vertical.
El piano, el gato y la vecina.
El gato toca el piano mientras la vecina hace la vertical.
Y yo miro el piano desde enfrente, y me pregunto qué hago que no estoy tocando el piano, ni haciendo la vertical ni siendo un gato.
La vecina tiene un piano vertical.
La vecina, que es muy vertical, tiene un piano.
El piano vecino tiene una dueña vertical.
El piano, el gato y la vecina.
El gato toca el piano mientras la vecina hace la vertical.
Y yo miro el piano desde enfrente, y me pregunto qué hago que no estoy tocando el piano, ni haciendo la vertical ni siendo un gato.
Dar de baja un gato.
Me hace sentir mal.
No podemos convivir, vos y yo.
Porqué tenías que ser tan violento?
Quién te enseñó la violencia??
Amaba despertar con tus bigotes blancos en mi nariz.
Eras la esperanza de que a los 33, no soy tan solitaria y gruñona como parezco.
Y sin embargo decidiste tirar mi espejo de pie, tirar la ropa lavada sobre las astillas de vidrio, tirar mis preciados libros de los estantes y mofarte de ello a cada rato, mirarme desafiante.
Es cierto que casi te ahorco.
Pero no sos mi hijo. A mi hijo posiblemente no lo correría de la casa, ni hoy ni nunca.
Pero no te podés subir 8 VECES SEGUIDAS a una mesa y pensar que no va a haber consecuencias. Más bien parece que las estás buscando!
Nunca pensé que daría de baja a un gato.
Pensé que los amaba más que a los humanos.
Pensé pensé pensé....
Y me encontré con Maya.
El gato más zarpado y zarpante, milagroso loco y cuerdo pero furia rampante, y yo no puedo vivir con toda esa energía.
Para eso suficiente fue mi padre.
PD. Pero por varios meses me despido también de la alegría.
No podemos convivir, vos y yo.
Porqué tenías que ser tan violento?
Quién te enseñó la violencia??
Amaba despertar con tus bigotes blancos en mi nariz.
Eras la esperanza de que a los 33, no soy tan solitaria y gruñona como parezco.
Y sin embargo decidiste tirar mi espejo de pie, tirar la ropa lavada sobre las astillas de vidrio, tirar mis preciados libros de los estantes y mofarte de ello a cada rato, mirarme desafiante.
Es cierto que casi te ahorco.
Pero no sos mi hijo. A mi hijo posiblemente no lo correría de la casa, ni hoy ni nunca.
Pero no te podés subir 8 VECES SEGUIDAS a una mesa y pensar que no va a haber consecuencias. Más bien parece que las estás buscando!
Nunca pensé que daría de baja a un gato.
Pensé que los amaba más que a los humanos.
Pensé pensé pensé....
Y me encontré con Maya.
El gato más zarpado y zarpante, milagroso loco y cuerdo pero furia rampante, y yo no puedo vivir con toda esa energía.
Para eso suficiente fue mi padre.
PD. Pero por varios meses me despido también de la alegría.
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