Es gracioso. Si te sentás en una mesa dentro de una cafetería donde hay como veinte millones de mesas vacías, la gente que llegue se te agolpará invariablemente en las mesas vecinas a la tuya. Y ley de Murphy: probablemente el que esté sentado al lado de tu oreja -en este caso la izquierda- hablará como si hubiera estado confinado en la prisión de Alcatraz durante los últimos ocho años.
¡Es increíble! En el transcurso de diez minutos se ocupó la mesa de la derecha, la de enfrente mío y la de atrás, en un radio desocupado de diez metros.
¿Será instintivo? ¿A la gente le gusta la muchedumbre? ¿La masa? ¿O será que ver a otro ser humano sentado en un lugar medio isolated bajo un haz de luz inspira confianza y atrae a la gente a pegarse también a la lámpara como mosquitos?
¿Tendrán un secreto afán de voyeurismo que les obliga a exponer sus conversaciones privadas ante los ojos de extraños y desconocidos para satisfacer su necesidad de un gran hermano? A veces hasta pareciera que quieren que uno se meta a opinar sobre sus discusiones.
Debo confesar que últimamente cada vez que me siento en un café me identifico mucho con Vittorio Gassman en "La Cena".
Estaba solo pero se sabía absolutamente todas las historias del restaurant. :)
Anecdotario de los dos tórtolos de al lado:
Pibe: "Yo sé que el fuerte tuyo no es la carne, pero sé que la mollejita te gustaba..."
Chica: "Qué, ¿para comer, decís?"
?????
Ehmm..... o la chica era muy mal pensada o la frase del pibe sonó medio bizarra.
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