24.3.11

Y la banda siguió tocando...

(foto: elpais.com)
Hoy fui al ensayo en el Colón que desembocó en el concierto del Obelisco. Éramos poquitos, todos viéndolo de a 2 metros nomás, con él que se reía y agradecía mucho.
Hay algo que me conmueve mucho en la voz de Plácido Domingo.
Cada vez que lo escucho cantar no puedo parar de llorar. Me empieza una catarata terrible. No sé exactamente por qué... será que es muy pasional. Es un hombre con una sensibilidad especial, es BUENO.
Me conmueven los hombres buenos. La bondad de corazón me llega tanto como el fuego al hierro rojo.
Como Baremboim cuando me dijo que no me iba a poder conceder una entrevista en ese viaje pero me acarició la mejilla con ternura (yo tenía 20 años y estaba muerta de miedo de hablarle a mi ídolo). ¡Tan tierno!!!
Son creo yo, de una generación de hombres que se hacen cargo, sensibles, paternales... tienen algo de padres innato.
Tengo tanta sed de bondad en estos momentos.
Hay algo en mí que necesita ser curado, o reencontrado. Hay algo que se perdió en el trajín de mi vida de los últimos 3 años...
Y ahora que estoy sola conmigo misma sé que es un camino que empezó, de ida y que no vuelve atrás... que tiene que ver con la música, que tengo que caminarlo, peregrinarlo y dilucidar mi misión, porque me están dando unas ganas tremendas de música y de averiguar música de dónde y para qué, cómo y cuándo, porque no lo sé pero me urge.
Y no sé si será un escapismo pero si lo es, lo tengo que averiguar y no sé cómo hacer para ver si son ganas de escapar o ganas de comprometerme con algo que por ahí es una idealización, un sueño ilusorio que en un tiempo va a menguar.
Necesito ser feliz, y no sé si estoy buscando mal.... o estoy buscando bien.
¿Cómo hacer para saber?
Cada vez que escucho música, veo músicos, siento que me identifico con ellos más que con cualquier profesión, que ahí es donde debería estar, haciendo música.

No puede ser, esa mujer es buena,
No puede ser una mujer malvada,
En su mirar, como una luz singular,
He visto que esa mujer es una desventurada.

No puede ser una vulgar sirena
Que envenenó las horas de mi vida.
No puede ser, porque la vi rezar,
Porque la vi querer, porque la vi llorar.

Los ojos que lloran no saben mentir,
Las malas mujeres no miran así.
Temblando en sus ojos dos lágrimas vi,
Y a mí me ilusiona que tiemblen por mí.

Viva luz de mi ilusión,
Se piadosa con mi amor,
Porque no sé fingir,
Porque no sé callar,
Porque no ser vivir.
La Tabernera Del Puerto

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