6.9.07

INFERTILIDAD.

En el subte, justo sentada delante mío, una chica hablaba de su proceso de parto con una amiga.

Luego, no contenta con terminar del todo la historia, comenzó a contar cómo el pediatra había puesto boca abajo a su bebé agarrándolo de una pierna y le daba palmadas.

Al lado de ellas iba sentada una nena de dos años que nombraba los colores con su abuela.

- ¿Este?
- ¡Rojo!!
- ¿Este?
- Azul!
- Mmm.... ¿éste?? -y le señaló el fondo blanco de un texto.
- ¿Negro?
- No. No el de las letras. Éste. –dijo volviendo a señalar.
- ¡Blanco!

Me bajé.

La genetista me dijo que sería conveniente que congele no sólo óvulos sino también embriones, porque es mucho menos dudoso fecundar los óvulos para luego implantar directamente embriones que depender sólo de mis gametos, que a esta altura deben ser bastante difíciles de proteger.
Pero que para eso, obviamente, tendría que estar en pareja.

- Tenés pareja estable?
- No... ...digamos, no.., no.

".... y estoy tan lejos de ello.." -pensé para mis adentros.

Nunca me sentí tan avergonzada de decir que no estaba en pareja.
Sentí como si estuviera queriendo prever un embarazo y me faltara lo esencial de todo el tema.

Y aparte... cuando me habló de congelar embriones empecé a pensar en cómo mis valores cristianos se jugaban una vez más en las arenas del circo.

¿Tengo derecho Yo a guardar, además de huevos, niños en potencia?

Cuando me fui caminé, caminé y caminé.
Tenía que autorizar una orden en Medicus.

Al llegar y sentarme, una mamá y una beba de ojos celestes se sentaron a mi lado.

La nena me acercó el índice y yo le acerqué el mío.

- ¡Como en ET!! -le dije a la madre, sin pensar.
- ¡Sí!” -ella, jovencita, se reía. La nena también.

Después salí y me fui a Mc Donalds. A punto de comprar, siento algo que se me agarra en las piernas.

Me doy vuelta y un bebé me miraba fijo desde abajo.

- Uy, ¡perdón!! -me dice la madre corriendo a agarrar a su hijo.

Cuando me siento a comer, esa misma madre en la mesa de enfrente. Estaba descansando.

En un momento le susurró al nene.
Le estaba diciendo algo en particular, porque lo miraba, le hablaba en la oreja y sonreía.

¡Y él le prestaba mucha atención!
La miraba con los ojos bien abiertos, y cuando terminó de hablar le dijo "Ga!".

Me quedé pensando. ¿Habría entendido? ¿Qué le habrá dicho la madre?

Pero el hecho fue que a duras penas pude terminar de tragar mi hamburguesa.

Salí y caminé por Thames.

Seguido, derecho, derecho, derecho.......

Me paré en una vidriera cerca de casa.
Una pareja estaba al lado mío mirando la misma vidriera.

De repente a los tres se nos ocurrió avanzar para lados contrarios, y casi atravieso una panza de ocho meses que no me había dado cuenta de que existía.

Miré a los dos.

¡Estaban tan tranquilos..!

Como si estuvieran noviando. Relajados. Paseando.

Empecé a angustiarme.

Pasó un grupo de amigas jóvenes.
Una, casi gritando, dijo "...pero como ese local de Punta del Este.... ¡¡ninguno!!!"

Las amigas corearon: "¡Obviooo, te acordás de ese local???"

Ella, flaca esquelética. Con calzas negras. Y embarazada.

Desalentada seguí caminando.

Más adelante, un chico de rulos con la guitarra al hombro me miró, pero yo no quería mirarlo.
De modo que esquivé sus ojos y los míos fueron a dar con una pantalla plana en una vidriera.

Que mostraba la imagen de una primeriza sosteniendo a su hijo.

Y luego de eso llegué a casa.

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