22.4.08

Hola, Má.

8 de febrero de 2008

Te escribo una carta porque me estoy copiando de Carolina que cada vez que hace un regalo hace cosas originales como meter varias cosas en una caja y entregárselas a la persona que cumple años, y así en vez de ser un regalo son muchos todos juntos y amontonados. :)

Son casi las 5 de la mañana, pero me encanta escribir de noche. La noche es universal! pueden ser las 5 de la mañana en el mar, en París o en Australia, e incluso en Corrientes, pero siempre hay una brisa que trae recuerdos de otros lados. También de los que no conocemos.

En cambio la luz del día diferencia todo. De día no puedo soñar, sólo puedo ver el sol si está despierto....

En fin. Estoy contenta de estarte escribiendo en esta época de mi vida, en la que tengo 24 años y todo el mundo por delante. La verdad es que no puedo esperar a recibirme, y a animarme a hacer las cosas más locas del universo –de las cuales admito que ya hice un par, jajaja-.

De alguna forma siento que no quiero que se me pase la vida, pero tampoco sé lo que espero de ella. Lo único que sé en este momento es que adoro salir con las chicas, adoro mi pequeño trabajo y quiero una casita.

Quiero decorarla como la tiene Amélie en la película Amélie, con almohadones rojos y una cortina de canutillos rojos en la cocina. Quiero cocinar torta de ciruelas y tener un rincón hindú con una alfombra y compact discs tirados por ahí.

Quiero tener una sola planta de flores rojas, también, pero una sola: así no me olvido de regarla. Y también para ponerla bien alto, de manera que mi pequeño gato no me la coma por equivocación o deleite. :)

¡Quiero ser feliz!! Quiero tener mi mundito propio. Aquél que voy construyendo poco a poco desde El Mundo De Silvita y desde mis tantas otras actividades filosóficas y trascendentales, como mirar la playa desde un mirador o hamacarme en la plaza de Miramar –situación que estoy descubriendo me marea, aunque no sé si era por la mezcla de cerveza y champagne o porque hace mucho que no me subía a una hamaca-.

Creo que hay pocas cosas que sé que quiero realmente, como amar a mis amigos, recibirme y realizarme laboralmente. No son pocas, quizá, pero me siento con la necesidad de crecer aún más y estirarme. Una vez Susy me dijo que uno generalmente alcanza el 60% de lo que anheló en la vida, sino menos. Y que por eso hay que soñar más alto. A un 100%, por ejemplo.

La verdad es que no sé exactamente cuáles serán mis siguientes metas, pero lo que sé es que quiero sentir nuevamente esa sensación de estar al pedo en la vida y decir “Y ahora qué hago????”. La necesito de vez en cuando. Porque por más que planifique cursos, ideas y artes a veces siento que quiero viajar, irme lejos, descubrir qué hay más allá de mi nariz y terminar “donde el corazón me lleve”.(...)

¿Y vos? ¿Qué querés hacer en los próximos años?

Porque mirá que te quedan muchos. Nada de “estoy vieja”, ni blablabla.

Quizá podrían mudarse. (Cuando yo me mude). Je.

Vender esta casa vieja y salir a elegir un lugarcito en el mundo.

Nuevo, sólo para ustedes.

Quizá en la playa...

Y encontrarse alguna actividad paralela. Como una florería, o algo así. Jaja.

Pero esperen a que yo me reciba.

Hace un tiempo había escuchado eso. Una chica –no me acuerdo quién- a quien los padres le habían dicho “che, mirá que el año que viene nos vamos a vivir a Córdoba. Así que no sé si vos te querés quedar a vivir acá, pero te avisamos que ya compramos una casa en las sierras”. Ah, si! Me lo contó un taxista. Que tenía una hija de mi edad.

A mí por poco me agarra el soponcio. ¿Te imaginás?!?!

“Silvia, nos vamos a vivir a Tandil. Venís con nosotros o te mudás a una pensión con desayuno americano y baño compartido?”

Las pesadillas no tienen edad, no? Je.

Y bueno, pero si decidieran hacerlo de todas maneras se los permitiría. No es cuestión, no. De andar encadenando padres por la vida. Aunque supongo que con nacer ya lo dijimos todo, en fin.

¿Sabés que descubrí hace unos días?

Que cuando escribo tirada en la cama lo hago en la misma posición –al día de hoy, con 24 años!- que la de la foto que te adjunto. Con la misma pierna adelante y la misma cabeza apoyada en el brazo. ¿No es fascinante? Y lo gracioso es que lo hago exactamente en el mismo lugar de la casa en el que me fotografiaron en ese momento! Arriba de la cama de la nonna y en la misma esquina de la pieza.

Creo que el principal motivo para escribirte esta carta es decirte que te amo, porque no me basta con decirte que te quiero mucho, mucho; no sería del todo cierto.

La verdad es que de vos aprendí la belleza de las cosas simples, desde cuando me mostrabas un pajarito nuevo hasta cuando me decías

“¡¡Mirá que hermosa la Lonicera Caprifolium de la división de las Magnoliophyta Caprifoliaceae que crece solamente en los bosques europeos!! ¡Tenemos una parecida en el balcón de casa! ¿¿Te acordás??? Le voy a sacar una foto.”

Aunque sigo sin entender un pedo de botánica, agradezco la esforzada introducción en el perfecto ciclo de la vida del cual querías hacerme formar parte desde muy temprana edad. Creo que lo mío es la música y las tortas. A la naturaleza la huelo y la como, a lo sumo. Cruda o con manteca y sal, como te gustan a vos los rabanitos.

Y para finalizar este pequeño breviario de la relación que nos mantiene juntas hace 24 años, en estos tiempos de colesterol y pelos violetas -como dirían Gabriela Acher y Pettinatto- quisiera puntualizar algunas cosas que me vienen subiendo a la cabeza:

1. Que soy muy feliz porque me siento libre y porque tengo el don de la palabra, y que ella me llevará adonde Dios quiera y eso me lo dijo en serio en el viaje a Italia que hice desde una lectura bíblica: yo pondré palabras en tu boca e irás adonde yo te lleve, me dijo. Cosa que me hace muy feliz.

2. Que espero que todas las cosas que te preocupan o no te hacen feliz a vos desaparezcan porque no merecen la pena, la vida es otra cosa y no hay nada mejor que un tomate con sal a las 12 de la noche para darse cuenta.

3. Que escuches toda la música que puedas, leas todos los libros que te gusten, le des a tu cuerpo todas las alegrías que necesite y respires todos los perfumes que te hacen bien –como el de la lavanda de un campo perfumado en Córdoba, por ejemplo-, y que como dice Serrat en su canción, “de vez en cuando la vida” te arranque una sonrisa y te expanda los pulmones de felicidad.

Que tu corazón viva siempre de verano.

Te quiero horrores y quiero ser siempre mamá, porque es un sentimiento que ya tengo dentro desde hace mucho y no hace falta tener hijos para que el alma lo haga salir.

No?

Un beso grande.

Silvita.

PD: Son las 5 y 34, no he tardado mucho para lo que siempre tardo en escribir un monólogo susanezco de tres páginas. Jaja. Saludetes.

5 comentarios:

Marina dijo...

amor... cuanto amor!
:-)

Anónimo dijo...

=) !
La próxima vez que me digas Carolina, morís!

Soy YO - MilThon dijo...

es la carta mas linda que lei, me gusto la originalidad de tus sueños y el poder prectar a fututo, es bueno soñar silvia, como tambien es bueno decirle un e quiero a nuetros sere queridos.
aunque el ser humano solo dice te quiero cuando recibe algo a cambio, en vos creo que se puede notar otro tipo de comunion con tus madre te felicito y adelante
el periodismo el sueño del mundo que vive en el silencio (mio) jejej

Silvia dijo...

jajajajajaj Carolineta María!!!

jajaj

es buena esta carta cada vez que la leo me pongo contenta jajaja cualquiera

Silvia dijo...

gracias Milton! :)