24.12.08

.

Sigo sintiendo que adónde estarás, con quién estarás, si besarás gente, te reirás, llorarás... descubrirás cosas o casi no las verás.

Qué pena, mi corazón.

Hace unos días escribí:

La tranquilidad no puede ser impuesta.
Necesita espacio para acomodarse, desacartonarse, desperezarse:
no parecer un sosiego chicato de juguetería.

La tranquilidad no es la prolongación de un ego,
sino la trampa de dos seres, que al amarse, se relajan.

Que todo sea bueno y tranquilo.
Suena más a dictadura que a democracia.

El caos también es bueno,
para crear, respirar, derrocar
mitos, ideas y cuentos del tío.

No sirve un lago artificial con las aguas llenas de cloro.
Si la sal se encuentra en el mar, bienvenidas sean las olas.

Pero se puede bancar las olas o temer por el barquito.

El estar por estar no sirve,
el coraje es el dueño del dar.

Derramar un amor serenado,
eso también es parte del mar.

Si lo bueno y tranquilo es lejano,
sólo hay que esperar ver amainar.

Terremoto, barullo profundo:
no hace falta demás complicar.

Si faltaban palabras de arrullo,
no pensar que ya jamás vendrán.

¿Sino cómo se explica el murmullo,
que a la costa siempre ha de llegar?

¿Cómo es que la espuma en la arena,
todavía tiene sabor a sal?

No te asustes, ay, corazón mío,
no es tan lejos la orilla del mar.


.

No hay comentarios.: