13.3.08

Sexo, sexo, sexo!!

Empiezo a preguntarme si el sexo realmente vende tanto como quieren hacernos creer.

Últimamente mis experiencias con el género me dan la pauta de que ODIO que quieran manejar mi cabeza a través de la oferta sexual, sea del tipo que sea.

Ir caminando por la calle, pasar por un quiosco de revistas y ver un trasero king-size en un póster colgado en la parte de afuera del local, ordinario como él solo y teniendo que pasar delante de cuatro tipos justo parados en esa esquina al mismo tiempo, me da ganas de no sólo arrancar el papel sino tirar abajo el puesto entero de la bronca.

¿Por qué somos siempre las mujeres las que aparecemos desnudas en todas partes??? ¿Y por qué las que no lo hacemos tenemos que bancarnos a toda la manga de zorritas que hay en el universo que SÍ lo hacen y encima ganan más plata por ello que las que no se nos ocurriría hacerlo???

¡¡¡Ayyyy cómo lo odio!!! ¡Odio a las mujeres zorras!!!

Ponés la tele después de las 12 de la noche y tenés que pasar de largo, como si fuera un programa de cocina, a dos personas fornicando arriba de un auto en una película porno soft, para pasar acto seguido a una mesa de póker-babes y, varios canales más arriba, a las experiencias sexuales de dos británicos desabridos que se creen que descubrieron América.

Cuando finalmente lográs engancharte con una bendita serie de Sony, tenés un entremés publicitario de mensajitos hot para celular con las fotos de no sé qué rubia de moda en pelotas si sólo marcás el 687362.

Te despertás a la mañana para tomarte el colectivo y te encontrás con un supuesto hombre que te pareció elegante y muy atractivo hasta que se levanta para cambiarse de asiento y Oh, Casualidad! tiene PECHOS debajo de su chaleco polar azul deportivo y dos piernas cuasi-femeninas que denotan que es una mujer a la que le gustan sus congéneres.

Más tarde te asaltan del susto los gritos de un niñito peinado a lo Emo con carterita fucsia y chupines de jean, que habla con su amigo morocho con brushing y vinchita plateada antes de bajarse del colectivo que te traía de vuelta.

Y si pisás el subte, es probable que te encuentres con la publicidad de preservativos que anuncia que a una morocha llena de tatuajes le gusta el riesgo y quizá eso te motive a usar preservativos con tachas, para finalizar.

En fin, tratando de sacar el nombre de esta última campaña publicitaria terminé en este blog, que me dio la pauta de hasta dónde puede llegar el mal gusto en las publicidades y la violencia visual a la que nos atenemos todos los días sólo por vivir en una ciudad llena de gente en la que lo que menos abunda son los Buenos Aires.

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