17.8.06

Otra de "Historias de Mujeres"...

Me fascinó. Ya lo terminé de leer. Cada una de las mujeres que describe este libro tiene un ángel indescriptible. Y cada uno de los capítulos tiene párrafos en los que encuentro respuestas a diferentes debates que se nos generan entre amigas. Hace poco hablábamos de la pasión y de si necesariamente debía estar conjugada a un novio, una relación duradera, a un amante "para toda la vida", y de la capacidad de amar entusiastamente. Recuerdo a mis más amigas diciéndome: "Lo que pasa es que vos sos re enamoradiza..."
No! No sé si es ser "enamoradiza" lo que me pasa (amén de mi terquedad taurina). Porque en primer lugar no me enamoro de cualquier hombre que se me cruza por el camino -salvo que sea un Adonis, y ni siquiera, mi sentido de la belleza es bastante singular-; y en segundo lugar, creo que lo que hace que "me enamore" es esa desmedida curiosidad por las mentes bonitas, por la sensibilidad -tome la forma que tome-, por el mundo ajeno. Me interesa meterme hasta en los zapatos de la persona que conozco, ver hacia dónde la conducen sus pensamientos más íntimos, entrelazarme con su naturaleza. Si eso es ser "enamoradiza".. ¡bienvenido sea!!! Adoro que en nombre del amor uno sea capaz de descubrir otro universo, o quizá uno paralelo al propio. Refiriéndose a George Sand, la amante de Chopin durante 10 años, Montero dice:

"De las paradojas del amor y de las mentiras de la pasión, tan dolorosas como una gran verdad, George Sand sabía mucho. Poseía una ardiente y generosa capacidad para enamorarse ("no puedo, ni quiero, vivir sin amor") e hizo uso de ella de manera abundante. En eso, como en todo, quiso desarrollarse cada vez más como persona; y así, con el tiempo consiguió ir siendo más feliz y querer más atinadamente. Pero los primeros años de su vida adulta fueron caóticos y febriles, un vaivén de pasiones arrebatadas".

¡Ayy, Dios! ¿Qué haríamos si los escritores no pusieran en su boca nuestras almas? Alguien que me lo diga. La horda de psicólogos que necesitamos para entender nuestras propias actitudes no serían capaces de describir de manera más poética y precisa la actividad del corazón humano, tan errática y a la vez precisa, que se prepara para los embates de la vida como se prepara un sable para el raspón del afilador...

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